Encuentro de caminos
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Mis cielos, gracias por entrar para leer la nueva historia. Quiero deciros que subiré capítulos hasta hartarme, eso sí, a partir del Domingo 14 de Agosto no me conectaré mucho ni subiré capítulos que ya son las fiestas de por aquí y eso, y claro está que subiré capítulos con la condición de que me petéis el Blog a comentarios en cada capítulo, ¿vale? Algunos os preguntaréis, ¿cuál es la otra historia? Púes se llama "Improbable... pero no imposible y podréis leer en este Blog: http://improbableimposible.blogspot.com/

Capítulo 1: Los nuevos vecinos


Cerré a Sally con llave y la escondí en un lugar seguro, quién sabe si algún día llegaría a escribir algo que nadie pueda ver. Seguí desempaquetando las cajas, como ya comenté en el diario, y fui colocando las pertenencias que había dentro de ellas en sus respectivos sitios. Terminé de desempaquetar todo, mi habitación ya tenía otra vista más agradable. Era una habitación bastante espaciosa, estaba pintada de color azul celeste, mi favorito. Los muebles eran de éste mismo color, aunque no todo el mueble ya que cada uno de éstos estaba alternado con el color de la madera, que era de cerezo. Mi habitación estaba compuesta por un par de armarios bastante grandes, una litera y por último un gran escritorio que estaba instalado debajo de la ventana, para así tener más claridad en la habitación. Ahora que ya había colocado todo, parecía más una habitación de adolescente, con sus adornos, sus posters..

-        Ariadna, baja, ya es la hora de comer. ~Dijo mi madre.
-        Ya voy, mamá. ~Dije yo mirando hacia dónde señalaban las agujas del reloj que estaba ubicado justo encima de la cama de mi habitación.

Bajé y fui hacia la cocina, mi madre estaba allí, poniendo la mesa. La ayudé a hacerlo.

-        Ya estoy aquí, cariño. ~Dijo el padre de Ariadna mientras entraba por la puerta y le daba un beso a su esposa.
-        ¿Qué tal te ha ido la entrevista papá? ~Dije yo amablemente.
-        Bien hija, bien. ~Dijo el padre mientras la besaba la frente.
-        Nos alegramos de ello, esperemos que te cojan. ~Dijo la madre casi rezando.

Los tres nos pusimos a comer, había ambiente de una familia sosegada, hasta que llegó mi hermano.

-        ¿Qué tal el día hijo? ~Dijo el padre.
-        Bien papá, bien. Mamá, no me apetece comer, subiré a mi cuarto, adiós. ~Dijo mi hermano subiendo las escaleras antes de que mi madre hablara.
-        Quieto ahí jovencito, ¿cómo que no te apetece comer? ~Dijo mi madre extrañada.
-        No me apetece, he estado tomando por ahí los vinos, me he tomado pinchos y tengo el estómago lleno, enserio. ~Dijo mi hermano desde la planta de arriba.

Terminé de comer el primer plato, tampoco tenía mucha hambre así que tomé el postre muy rápido, recogí mi plato y cubiertos, y los metí en el lavavajillas. Subí a mi habitación y cerré la puerta, me puse a escribir de nuevo en Sally, lo cogí de su escondite y saqué el bolígrafo que antes había estado utilizando.

* * *

Antes, se me olvidó comentarte quién y cómo era mi familia, lo haré ahora que tengo tiempo. Empezaré por mi padre, es el típico padre bueno que te da lo que quieres, aunque cuando está indignado no hay quien le pare, arrasa con todo lo que se encuentra en su camino. A veces es un poquito borde y da malas contestaciones sin razón, eso es lo que más me molesta de él. Cuando tiene que castigar a mí o a mi hermano, se lo toma muy enserio y cumple sus castigos al pie de la letra, aunque, a pesar de todo, yo diría que es un padre ejemplar, él se llama Nicolás. Seguiré por mi madre, ella es más perseverante pero más tierna que mi padre, si quiero algo, debo ganármelo, y no deja que mi padre me lo dé así por que sí. En comparación con mi padre, ella nunca es borde, te da todo el cariño que quieras y cuando lo quieras, es lo mejor que tiene. Lo peor que tiene es que cuando ya está harta tanto de mí como de mi hermano, empiezan a saltar chispas alrededor de ella, se pone frenética, su nombre es Clara. Por último hablaré de mi único hermano, Christian, así es como se llama. En mi otro pueblo, era el pivón del instituto, aunque yo no lo vea así. Es el típico chico malote delante de sus amigos y de las chicas, pero luego, es un cachito de pan. Si está enfadado por algo, siempre, siempre, siempre, las paga conmigo, no sé por qué. Tengo que decir que es el mayor fan que hay en la tierra de Nach, hemos llegado hace un par de días y ya tiene toda su habitación llena de posters de él.. Lo bueno de todo esto, es que yo soy la pequeña de la casa, él tiene 16 años y yo tan sólo 14. Siempre salgo ganando yo, excepto por lo de a que hora venir a casa, aunque, a veces, mi hermano me deja venirme a casa con él, por lo cual, me quedo hasta que se queda él, es decir, hasta tarde. Creo que no tengo nada más que contarte, así es que, hasta que te vuelva a escribir, Sally.

* * *

Cerré de nuevo a Sally con llave y lo guardé en su escondite. Decidí meterme a las redes sociales en las que estaba registrada, justo aquella mañana la habían vuelto a instalar Internet en su casa. La primera red en la que entré fue Twitter, quería saber las novedades sobre Xuso, Justin, y los demás famosos. La segunda red en la que entré fue en Tuenti, allí tenía varias cosas: un mensaje privado, dos peticiones de amistad, y varios comentarios en fotos, también había visto que tenía más visitas que antes. El mensaje privado era de mi mejor amiga del pueblo, ésta se llamaba Eloísa, en aquel mensaje ponía:

“Te echo muchísimo de menos amiga, espero que algún día vuelvas, aunque no sea para quedarte. Te quiero mucho.”

Lo leí una y otra vez, empezaba a echar de menos a Eloísa, mi única verdadera amiga. La contesté lo siguiente:

“Yo también te echo muchísimo de menos, Elo, pronto estaré allí. Convenceré a mis padres para poder quedarme algún fin de semana por allí, te quiero más.”

Estaba casi segura de que no me iban a dejar, el pueblo quedaba a varias horas de Valencia y no era plan. Aunque las cosas eran improbables, pero no imposibles. Continñe con las novedades que tenía, miré los comentarios en fotos, no eran nada interesantes, así es que hice clic en las peticiones de amistad.

¿De quienes serán? Aún no conozco a nadie de aquí, dudo mucho que sea de alguna persona que viva cerca. ~Pensé.

“Kathleen Crowley” y “ Mathew Crowley”

¿Quiénes son esas personas? ~Dije intrigada. ~Lo único que sé es que parecen ser hermanos.

Miré los mensajes que contenían las peticiones de amistad.

“Kathleen Crowley: Hola, seré tu vecina durante los próximos años. Si quieres ver la ciudad no dudes en venir a mi casa, estoy justo a tu derecha.”
“Mathew Crowley: Hola, soy tu vecino, si quieres conocer lugares de por aquí ya sabes a quién decírselo, un beso guapa.”

No los acepté. Miré por la ventana de mi habitación, daba en la parte derecha y podía ver la otra casa. En el jardín había dos chicos, más o menos de mi edad, serían ellos. Bajé al jardín de mi casa y estuve un rato observándoles, ellos se acercaron.

-        Hola, eres la nueva vecina, ¿verdad? ~Dijo la chica.
-        Sí, me llamo Ariadna, ¿y tú quien eres? ~Dije mientras la daba dos besos en la mejilla como muestra de agradecimiento por la simpatía de aquella chica.
-        Yo me llamo Kathleen, ¿no has visto la petición de amistad que te mandé a Tuenti? ~Dijo Kathleen confusa.
-        Em, no, no me metí todavía. ~Mentí yo por no decirla que no la había aceptado aún.
-        Te presentaré a mi hermano, da la vuelta y pasa a mi jardín. ~Dijo Kathleen amablemente.
-        Está bien. ~Dije mientras daba la vuelta y entraba en el jardín de aquellos chicos.
-        Hola, yo soy Matthew. No hace falta que me digas tu nombre, yo también te mandé una petición de amistad a Tuenti, Ariadna. ~Dijo Matthew tímidamente mientras clavaba sus ojos en mí.
-        Ya os aceptaré cuando entre de nuevo a casa. ~Dije mientras observaba los ojos tan bonitos que tenía Matthew.
-        Bueno, ¿te apetece ir a algún sitio, Ariadna? ~Dijo Kathleen mientras recogía los pocos trastos que quedaban en el jardín.
-        Claro, aún no conozco nada de por aquí, ¿podréis enseñarme lo más importante? ~Dije satisfecha.
-        Por supuesto que sí, si quieres quedamos dentro de un ratito. Te dará tiempo a prepararte y esas cosas. ~Dijo Matthew con sus ojos aún clavados en mí.
-        Muchísimas gracias, dentro de media hora paso a buscaros, ¿de acuerdo? ~Dije mirando mi reloj.
-        Perfecto, nos dará tiempo a recoger esto un poco y a prepararnos. Te esperaremos aquí fuera, en el jardín. ~Dijo Kathleen afectuosamente.

Entré a casa, subí a su habitación, acepté las dos peticiones de amistad y salí de Tuenti. No sabía qué ponerme para ir a visitar la ciudad, abrí mi amplio armario y saqué un par de vestidos, me probé los dos, el color naranja iba menos con mi estilo, así es que cogí el de color blanco, que llevaba también algunas florecillas en otros colores. Me peiné mi fino y rizado pelo, me hice unas trenzas que le sujetaban el pelo como una diadema. Tomé unas cuantas galletas con leche y Nesquik para merendar, tenía mucha hambre ya que hacía 3 horas que había comido, cuando terminé cogí un poco de dinero de mi monedero, las llaves de casa, mi móvil, unas cuantas pinzas por si algún pelo me traicionaba y salí de casa. Fui al jardín de los nuevos vecinos y allí se encontraban los hermanos Crowley, los saludó de nuevo y salieron los tres de aquel jardín.

-        ¿Dónde quieres que vallamos primero? ~Dijo Matthew.
-        Donde queráis, a mi me da igual. ~Dije mientras fijaba mis ojos en un chico que pasaba por la calle en aquellos momentos.

Matthew miró con mala cara y agachó su cabeza.

-        ¿Es guapo, eh? ~Dijo Kathleen mirándolo también.
-        Uf que si lo es, ¿de dónde habrá salido semejante chico? ~Dije yo riendo.
-        Lleva aquí toda la vida. ~Dijo Kathleen burlándose.
-        Hombre, eso ya lo suponía. ~Dije sacándole la lengua a Kathleen
-        Estas muy callado Matthew, ¿te ocurre algo? ~Dijo Kathleen mirando a su hermano.
-        No, no me pasa nada, sigamos. ~Dijo Matthew tranquilamente mientras en su cabeza no paraba de rondar el nombre de Ariadna.
-        Ya sé dónde iremos primero, a la plaza Mayor, donde se encuentran siempre nuestros amigos. Verás, te presentaré a varias personas. ~Dijo Kathleen satisfecha.

Fuimos callados hasta llegar a la plaza mayor, rompí aquel silencio tan incómodo al llegar a la plaza Mayor.

-        ¿Quiénes son vuestros amigos? ¿Esos de allí? ~Dije señalando con disimulo a unos chicos que había cerca de ellos.
-        No, son esos de allí. ~Dijo Matthew cogiendo mi mano y dirigiéndomela hacia el grupo que había al otro lado de la plaza.
-        Vamos, te los presentaré. ~Dijo Kathleen entusiasmada.

Fuimos andando deprisa hacia el otro lado de la plaza, llegamos al banco donde se encontraba aquel grupo.

-        ¡Chicos! Tengo a alguien a quien presentaros. ~Dijo Kathleen gritando.

Todas las personas que había en la plaza la miraron.

-        A ver, esta es Ariadna. Tiene 14 años, como nosotros y pasará aquí el resto de su vida. ~Dijo Kathleen intentando que su grupo se interesara por mí.

Todos empezaron a ir hacia mi, se escuchaba un gran murmullo en toda la plaza. A los del grupo de Kathleen sólo se les oía decir frases como “Hola Ariadna, ¿qué tal estás? Yo soy..”, me sentía la chica más importante en aquel momento. Una vez que todos se presentaron a mi, fuimos a dar una vuelta, después fuimos a una tienda de chucherías que había cerca de la plaza. Qué casualidad, el chico tan guapo de antes estaba allí. Entré y compré algunas bolsas de chucherías y a parte, gominolas, pague y cuando iba a salir de la tienda, aquel chico entró, sin darse cuando me empujo un poco y, nuestras miradas se cruzaron por primera vez.

-        Lo siento. ~Dijo el chico avergonzado. ~¿Cómo te llamas?
-        No te preocupes. Ariadna, ¿y tú? ~Dije yo con la voz temblorosa.
-        Tienes un bonito nombre. Yo me llamo Damián. ~Dijo él muy amablemente.
-        Me tengo que ir, adiós, Damián. ~Dije yo para no quedar en ridículo con mi voz temblorosa delante de él.
-        Adiós, ya nos veremos. ~Dijo Damián mientras veía cómo me marchaba hacia el grupo de Kathleen.